ALGUNAS LAGUNAS
Un proyecto de Jonathan Hernández
Inauguración sábado 26 de enero de 2013
Ignasi Aballí (Barcelona, 1958)
Alberto Baraya (Bogotá, 1968)
Milena Bonilla (Bogotá, 1975)
Santiago Borja (México, 1970)
Hernaín Bravo (México, 1977)
Paulo Bruscky (Recife, 1949)
Cao Guimaraes (Belo Horizonte, 1965)
Cynthia Gutiérrez (Guadalajara, 1978)
Philippe Hernandez (Paris, 1965)
Jirí Kovanda (Praga, 1953)
Ivan Krassoievitch (México, 1980)
Chris Marker (Neuilly-sur-Seine, 1921 – Paris, 2012)
Alfredo Mora (México, 1985)
Marco Rountree (México, 1982)
Rodrigo Tovar (México, 1973)
Isidoro Valcárcel Medina (Murcia, 1937)
Me interesa el espacio social, cultural, mental y anímico que se genera a partir de la fricción entre el hecho real y la ficción, el hueco que se produce y de qué manera se puede rellenar ese hoyo. Las contradicciones, síntomas y paradojas son el motor, la forma de ocupar el vacío, el juego del teléfono descompuesto entre la memoria y la historia. Dentro de este espacio de fricción la desaparición podría ser la mejor forma de registro.
Jonathan Hernández
La exposición Algunas Lagunas reúne una selección de ¿obras? ¿objetos? ¿situaciones? que Jonathan Hernández ha elegido para establecer un juego de relaciones y vacíos que funcionan como comentarios sobre la construcción de la historia, la memoria y el arte. Si en un primer momento esta colección aparece azarosa, una mirada atenta puede distinguir los hilos que conectan unas cosas con otras, pero también los espacios vacíos que estas conexiones generan y que conforman esas lagunas que traicionan la memoria y nos alejan de cualquier certeza.
Es evidente que el lugar común de esta particular reunión es la subjetividad del artista, que en su papel de curator no se siente en la necesidad de explicar sus elecciones más allá de enumerar los conceptos que informan sus decisiones -la intención y la intuición, las afinidades y los contrastes, las contradicciones y el humor, pero sobre todo su juego favorito: el ping-pong mental que nos lleva a entender el mundo a través de una serie de relaciones accidentales y afortunadas. El resultado de esta reunión es al tiempo una revelación y la inauguración de un nuevo enigma: la ficción se construye a partir de la realidad ¿o es al revés?
En este universo entonces, los carteles callejeros del mayo de 68 francés comparten el espacio público-privado con la intervención sobre un cristal durante un viaje en transporte público de Hernaín Bravo más de treinta años después. Los gestos efímeros y contestatarios que hacen un artista en Checoslovaquia (Kovanda), otro en Brasil (Bruscky) y otro en España (Valcárcel Medina), se reúnen con toda naturalidad para construir un cuestionamiento radical de la práctica artística misma.
Este cuestionamiento no está exento de ironía, pero también tiene un lado constructivo en la medida en que no sólo pone en evidencia los olvidos –las lagunas- de la historia, sino que de hecho recupera de esa historia olvidada una serie de gestos y de acciones que vistos hoy, se reactivan si acaso con mayor fuerza y pertinencia. Así, obras que surgen en distintos espacios y temporalidades se acompañan unas a otras, se confrontan como espejos que nos devuelven visiones ligeramente deformadas unas de otras. Estas visiones por momentos nos parecen déjà-vus –¿no hemos visto esto antes?- y en el proceso de su contemplación generan nuevas memorias, nuevos recuerdos que son ya inexactos e imprecisos. Nuevas lagunas.
Con motivo de la exposición se ha realizado una publicación de distribución gratuita.